Hace años, en mi personaje de mujer fuerte, independiente, libre y liberal, nunca me reconocía como una mujer romántica. Proclamaba que odiaba esas películas de comedia ligeras y predecibles donde chico conoce a chica, se enamoran, pasa algo que los separa y al final acaban juntos y felices, comiendo perdices hasta los créditos finales.
Pero… ¿Os cuento un secreto? Me siento una romántica empedernida.
Hace unos años, algo dentro de mi empezó a cambiar hasta el punto en que ahora, algunas de mis amistades se ríen si tenemos que escoger película, porque si en la portada salen un chico y una chica, ¡esa la quiero ver yo!
Y es que hay algo en esas historias que me encanta.
Si, si, lo se… la idea del príncipe azul que viene a salvar a la princesa como en todo cuento de Disney y el ideal del romanticismo que nos han calzado desde hace siglos donde el amor lo puede todo, donde existe el alma gemela, el amor a primera vista, los locos de amor que lo abandonan todo para huir y vivirse libremente, los amores de toda la vida que pasan por todo tipo de obstáculos y aún así permanecen juntos, muriendo de viejecitos con su amor intacto…. Y es que… ¿no es bonito todo eso?
¿QUÉ NOS HA PASADO?
Hoy me siento melancólica y en duelo por un amor romántico idealizado que siento se ha perdido casi por completo. Ha habido tanta represión sexual y obligación moral durante tantos siglos que ahora nos lanzamos a explorar frenéticamente el lado opuesto, el de la máxima libertad.
Nos hemos vuelto casi yonkis de esa libertad, queriendo cada vez más. Más conquistas, más cuerpos, más personas, más almas con quien compartir la intensidad de este fuego abrasador que es la vida misma.
Y por supuesto, cada vez con menos compromiso y dedicación.
Si me pregunto a mi misma la respuesta parece obvia, me da miedo perder mi libertad. ¿Mi libertad? Pero… ¿Qué es la libertad? ¿Acaso comprometerse con alguien significa volverse un esclavo? Y… ¿de verdad me creo libre sabiendo que me domina el 97% de mi inconsciente cargado de herencias y lealtades familiares, creencias, traumas y memorias varias de ésta y otras vidas?
En serio… ¿De verdad te crees libre?
Sigo investigando, y me doy cuenta que lo hago desde la mente, la que está cargada de estudios, formaciones, artículos, ideas, teorías sobre el amor, el poliamor, el amor romántico, el amor verdadero, el incondicional, la libertad suprema, y un largo etcétera de conceptos y más conceptos.
Y si bajo a mi cuerpecito, si le pregunto a mi cuerpo qué le pasa ante la idea de compartirse en intimidad y sobre todo en intimidad sexual con otro ser humano, me doy cuenta que mi mayor miedo no es perder esa libertad de la que tanto hablo y ni remotamente poseo (como si la libertad pudiera poseerse).
Mi mayor miedo es fundirme con el otro y desaparecer en el amor, porque me conecta con una vulnerabilidad extrema donde mi corazón se abre y las emociones, el dolor, la alegría y hasta la inocencia afloran.
Y sigo más, ni siquiera fundirme en el amor y desaparecer es el miedo, porque, de hecho, es el mayor anhelo. El miedo surge de proyectar en el otro que todo eso que me sucede, ese amor desbordado se enfoque en él, y él, salga espantado, huyendo de tanto amor, de tanta intensidad, de tanta verdad.
En definitiva, el miedo es a que me abandonen. Mi herida nuclear. Afinando más, mi miedo es que me abandonen cuando tengo el corazón abierto de par en par.
Porque lo cierto es, amores, que el corazón abierto de una mujer, asusta y lo fácil no es quedarse, sino huir.
LA MUJER ES AMOR
Se dice que la Verdad de una mujer reside en su corazón. Cuando hay una escucha atenta del sentir y la percepción internas, el cuarto chakra de la mujer se abre y se cierra como una flor según sienta la claridad, dirección y entrega del hombre.
Cuando el hombre no es honesto, ni claro, ni tiene buenas intenciones, tu corazón lo sabe y se cierra. Y si existe una buena conexión entre tu corazón y tu vagina, y una buena escucha, podrás sentir claramente como tu vagina también se cierra.
La desconexión entre nuestra vagina y nuestro corazón y la falta de escucha atenta y consciente de nuestro cuerpo y nuestra energía, es lo que nos lleva a traicionarnos en infinidad de ocasiones y entregarnos a cualquier hombre a cambio de un poquito de Amor.
Pero si investigas la naturaleza de la esencia femenina, la mujer encarna el Amor en la tierra. Léelo de nuevo. Sí, encarnas el Amor. Sí, eres Amor. Todo lo demás son condicionamientos sociales, morales, educacionales y vivencias que abren heridas y dolor. Pero tu eres el Amor encarnado, la Shakti divina. Tu mendigas Amor cuando en realidad, eres el Amor mismo.
En el cuerpo de la mujer, el polo positivo reside en el pecho. A través del corazón la mujer entrega su energía y su alimento al mundo y al hombre.
Cuando el corazón de una mujer se abre, su sexualidad también se abre. Y cuando una mujer, con su pecho y su sexo alineados, se entrega, se torna expansiva, poderosa, sublime. Y presenciar y sostener a una mujer con todo su ser abierto, solo es para valientes.
¿Y QUÉ PASA CON EL HOMBRE?
¡Ay mis amores! La libertad del hombre, dicen, es su tesoro más preciado. Pero lanzo de nuevo la pregunta:
¿De verdad te crees libre? ¿Qué es para ti la libertad?
En una meditación, en relación a un hombre con quién compartí durante un tiempo, mis abuelas me dijeron: la libertad no es que pueda estar con muchas, es que, pudiendo estar con muchas, se quede junto a ti. Y entonces lloré de emoción, porque comprendí lo que en Tantra llamamos la dirección de lo masculino. La dirección y claridad de un hombre cuando escoge libremente amar a una mujer. No se queda con ella por compromiso, no se queda con ella por no hacerle daño, no se queda a su lado por miedo a quedarse solo… Se queda con ella porque le apetece estar con esa mujer. Porque le fascina o le nutre o le encanta o todo junto.
Si en la mujer, el polo positivo reside en el corazón, en el hombre, su polo positivo reside en los genitales. A través del sexo el hombre entrega su energía y su alimento al mundo y a la mujer. A través del impulso sexual, del deseo, de las ganas de compartir intimidad, el hombre muestra a la mujer su dirección, su entrega a ella. Y la mayoría de veces no tiene porqué ser algo sexual, basta una mirada, un cuidado, una comunicación clara de lo que sí y lo que no.
EL HOMBRE ES CONSCIENCIA
Así como la mujer se pierde en las proyecciones y en el drama emocional, el hombre se pierde en la mente y la razón. Pero el hombre es la encarnación de la consciencia ilimitada de Shiva. ¡Es pura presencia! Lo masculino tiene la capacidad de estar en el momento presente sin identificarse con conceptos, ideas, pasado, futuro, solo estando, enfocado en el aquí y ahora.
Cuando un hombre está presente, con lo que sea que esté sucediendo a su alrededor en ese momento, la mujer puede relajarse y su corazón abrirse. Porque el hombre no está disperso en la cabeza, confuso, sin saber qué hacer, está presente en su cuerpo, hay claridad en su sentir, y eso le hace moverse con seguridad y confianza.
Si la mujer está cerrada, no es honesta, quiere manipularle o hay exigencia, el hombre, atento a su cuerpo, sabe si quiere avanzar y acercarse más a esa mujer, o retirarse del juego. Y su verdad reside en su plexo solar, no en los genitales. Este es uno de los trabajos importantes de lo masculino, enfocar la escucha en su centro solar, el tercer chakra. Su centro sexual va a poder compartirse más o menos libremente con cualquier mujer (o casi) porque biológicamente está diseñado para esparcir sus semillas por el mundo. Pero su dirección, su impulso va a surgir desde su plexo: el masculino avanza, o se retira. Y cuando se acerca a una mujer traicionando lo que su verdad le está diciendo, guiado tal vez por el deseo, por sus genitales o por necesidad de compañía, probablemente se vea envuelto en una maraña de la que le cueste salir.
Cuando un hombre enfoca su dirección en una mujer, y está presente para ella, ocurre ocasionalmente que la mujer no es capaz de sostenerlo, y también, al igual que hace el hombre ante el corazón abierto de un mujer, ésta, sale huyendo ante la presencia y claridad de un hombre que la escoge para compartirse libremente en intimidad.
ENCUENTRO VERDADERO
Pero solo desde esta presencia de lo masculino, y esta apertura de lo femenino es que se puede dar un encuentro verdadero, con intimidad, escucha, comunicación, confianza, y todo lo que se os ocurra. Porque la Verdad lo acoge todo, no te dice “no puedes estar sintiendo esto ahora porque estás haciendo el amor” . Te dice “ahora estoy sintiendo esto, mi corazón está abierto, o cerrado, o estoy en shock” y desde ahí, desde ese lugar en el que estás ahora realmente, poder compartir.
Eso deja un poco de lado al romanticismo clásico, la pasión desbocada y el fuego sexual por estar cada vez más presentes en uno mismo y darse cuenta. Invita a observar las proyecciones y las expectativas en vez de creérselas y pensar que es el chico de tu vida después de la primera cita. Y te regala una realidad cargada de momentos auténticos e imágenes de una belleza conmovedora.
Entonces… ¿Porqué me gustan tanto las películas románticas si parece mejor el amor real que el ideal?
Me di cuenta que empezaron a gustarme las películas románticas cuando empecé a abrir mi corazón. En mi coraza, en mi personaje de mujer fuerte y dura, sentir alegría porque el amor triunfa no era aceptable. El amor no existe, decía, esas cosas solo pasan en las películas. Pero no, no solo pasa en las pelis, ¡ese es el típico amor de drama codependiente! Y a mi me encanta ¡Oh dios mío! ¿qué dice eso de mi?
Por supuesto, ¡estamos condicionados! Nadie nos ha preparado para esto. Todas las relaciones que conocemos, o casi todas, tienen el mismo corte: relaciones monógamas, de exclusividad, codependientes y monótonas. Y si te sales un poco de lo estipulado por la sociedad, ya eres el bicho raro de la familia, los amigos y los compañeros de trabajo.
Aunque hoy en día, cada vez se habla más de relaciones conscientes, sanas, de otras formas de amar y otros vínculos sexo-afectivos, sin tanta carga ni juicios. La Novogamia por ejemplo, un término acuñado por el profesor de Psicología Jorge Ferrer, nos habla de la fluctuación entre monogamia y otras formas de no-monogamia según el momento vital en el que nos encontremos y la persona o personas con quienes estemos compartiendo en ese momento.
¿No se acerca esto un poco más a la libertad?
Volviendo al tema de las pelis románticas, me gustan, ¡SÍ! Y ya sea viendo una comedia romántica, o permaneciendo con el corazón abierto frente a un hombre, lo que me conmueve es el triunfo del Amor, el Amor que lo acoge todo, lo sostiene todo, lo acepta todo. El Amor que simplemente Es.
¡Por unas relaciones más sanas y conscientes!
Os abrazo fuerte,
Verma.
Fantastica y clara Verma!
Q viva el romanticismo, la intimidad, la comunicación, en definitiva el amor, con la conciencia de lo inconscientemente indeterminadas q estamos. Sí, podemos abrirnos y cerrarnos, entregarnos y alejarnos. Podemos arriesgarnos a la intensidad amorosa.
Gracias Verma!
Fantastica y clara Verma!
Q viva el romanticismo, la intimidad, la comunicación, en definitiva el amor, con la conciencia de lo inconscientemente indeterminadas q estamos. Sí, podemos abrirnos y cerrarnos, entregarnos y alejarnos. Podemos arriesgarnos a la intensidad amorosa.
Gracias Verma!
Has llegado a mi vida como un rayo de luz. Gracias.