Últimamente se habla mucho del famoso masaje de Yoni, como un masaje erótico que da muchísimo placer a las mujeres.
Yo no lo negaré. Da placer.
Hay mujeres, puede que 1 o 2 de cada 10, que experimenten un placer exquisito, incluso místico, el ¡éxtasis! durante un masaje de Yoni, alcanzando el orgasmo o los orgasmos tras minutos eternos de gozo, suspiros y profunda relajación, apertura y receptividad. Otras, entre 2 o 3 (siempre sobre 10), puede que sientan placer entremezclado con otras sensaciones físicas y emocionales que no puedan o no sepan reconocer, pero que tras un largo, lento y respetuoso masaje de Yoni, alcanzan igualmente el orgasmo o los orgasmos aunque no tan intensos como las primeras mujeres mencionadas. Otro porcentaje, 3, 4, 5 de cada 10 mujeres, puede que no sientan gran cosa o incluso conecten con emociones “que no deberían estar sintiendo en ese momento”, como tristeza, frustración, angustia… Pero el porcentaje más alto se lo llevan las mujeres que en una sesión de masaje de Yoni conectan con heridas bien profundas, abiertas, sangrantes y muy muy dolorosas.
Llevo 10 años dedicándome al masaje tántrico para hombres y para mujeres y he tenido la oportunidad de trabajar y ¿ayudar? a las pocas que se han atrevido a dar el paso de abrirse a una experiencia tan intensa y vulnerable, y lo que he vivido ha sido tan conmovedor y liberador como desolador.
Yo quiero hablaros de esas mujeres con heridas profundas, abiertas, sangrantes y dolorosas.
Hablaros de mujeres que transportan en la memoria de sus células decenas, ¡cientos de mujeres! que han sido en otras vidas, y decenas y cientos de antepasadas, mujeres de su familia, que impregnan su cuerpo físico y emocional y su inconsciente individual y colectivo de memorias de culpa, abusos, humillaciones, maltrato, vejaciones, violaciones e incluso torturas o asesinatos.
Mujeres incapaces de sentir orgasmos avergonzadas de su increíble potencial sexual por una represión milenaria hacia su exclusivo poder orgásmico, mujeres que sienten pánico a abrirse de piernas y tensan tanto su vagina que la hacen impenetrable, mujeres que se evaden completamente del acto sexual por no tener que revivir una y otra vez el abuso que su papá, o su tío, o su hermano, o su vecino, o su profesor, o su entrenador, o su amigo o cualquier otro hombre pudo haberle hecho de pequeña y de no tan pequeña, mujeres que simplemente no sienten su cuerpo poseído por la líbido, ni sienten estremecer su cuerpo con una caricia, ni su vulva hincharse y humedecerse con una excitación que no llega nunca.
Cuando introduzco mi dedo corazón dentro de un mujer durante un masaje de Yoni, siento que todo mi ser penetra en ella y se funde con ella, siento lo que ella siente, sufro lo que ella sufre y alguna vez lloro lo que ella, sin saber, no puede llorar.
Como mujer que ha dado pero también recibido muchas sesiones de masaje tántrico y cura sexual, mi cuerpo se pone en alerta cuando un hombre me propone hacerme un masaje de Yoni porque me pregunto ¿estará preparado? ¿sabe lo que va a hacer? ¿sentiré su energía sexual sana…o babosa? ¿me sentiré un trozo de carne? ¿estará lo suficientemente presente, consciente y amoroso (que NO Sexual) durante el masaje? ¿lo hará lento o convertirá su dedo corazón en una turbina contra mi clitoris, apretándolo bruscamente?
Así que cuando tu, hombre, manifestación de esa energía masculina que hemos recibido hasta ahora las mujeres, te acerques a un Yoni para masajearlo, se consciente del acto sagrado que implica abrir a una mujer de piernas, acariciarle lentamente su vulva e introducirle dentro uno de tus dedos, el corazón siempre por favor. Porque en ti, Shiva, está el poder de sostener y acompañar todo lo que una mujer sea capaz de liberar en una sesión. Porque en ti, Shiva, está la oportunidad de demostrarle a la mujer que los hombres ya no le van a hacer daño, que puede empezar a confiar y abrirse totalmente receptiva y entregada porque los hombres están cambiando, porque cada vez hay más hombres despiertos, rendidos ante el poder sin igual de una mujer que mostrándose vulnerable, se hace más fuerte, más íntegra, más auténtica y más poderosa.
Como profesional del masaje tántrico, honro profundamente a esas mujeres dedicadas a su propia sanación, a la sanación de su linaje ancestral femenino, y a la sanación de su futura progenie.
E invito a todas las mujeres que me lean a abrirse a recibir una sesión de Cura Sexual, a abrirse a experimentar con su propia energía sexual y explorar su Sombra desde el respeto, el gozo y el amor incondicional de un masaje tántrico.
Recomiendo también buscar apoyo o acompañamiento emocional para las heridas que puedan abrirse y doler después de un masaje, ya sea con una terapeuta sexual, psicóloga u otras mujeres que estén pasando o hayan pasado por la misma situación.
Con esto quiero aclarar además, que el masaje tántrico no es un juego, ni un masaje erótico sin más. Se mueve una cantidad enorme de energía, se despiertan emociones y memorias celulares, se altera la conciencia, se derrumban los muros del espacio de seguridad que hemos tardado años en construir… en definitiva, conecta con el inconsciente, te pone delante la Sombra y te invita a no luchar contra ella sino a aceptarla totalmente para poder disolverla poco a poco entre los dedos que pueden proporcionarte tanto placer, tanto gozo y tanto éxtasis.
Solo tienes que abrirte a ello.
Nada más y nada menos.
Abrazos tiernos,
Verma.
Holaaa me gustaria tanto introducirme en el tántra contigo… siento muy fuerte sanar mi linaje femenino y a mi misma a traves del tantra… Estoy saliendo a la luz ayudando a otras mujeres, haciendoles terapia , pero siento q primero me he de sanar yo para poderlas acompañarlas para q ellas puedan sanarse ellas mismas. Y creo q el tantra junto con otras terapias es la clave….
Ya me aconsejeras x donde empezar en este mundo…
Gracias un abrazo de luz!
Estefania