Sin duda alguna, si existe un área común en la que la gran mayoría de seres humanos tengamos alguna clase de conflicto, esa es la Sexual.
Por todo el planeta y durante los últimos milenios, la sexualidad ha sido controlada, juzgada y definida por las distintas religiones y sistemas socio-políticos, quienes nos han mostrado , cuales de nuestros deseos, impulsos, pensamientos y sentimientos son los buenos y divinos, cuales los malignos y diabólicos.
No solo que prácticas sexuales son las correctas y cuales las prohibidas, si no además, con quién, como, cuando, bajo que condiciones y con que finalidad, podemos practicarlas.
Desde la estigmatización o el rechazo social, hasta la cárcel o incluso la muerte, según sea considerada la gravedad de la conducta sexual por el sistema en concreto, es lo que han recibido aquellos que no han acatado sus normas.
Actualmente por ejemplo, en 2015, un mismo echo como la práctica del sexo anal, indistintamente de la orientación sexual, pude ser considerada “buena” con mayor o menor naturalidad en unos grupos y/o sistemas sociales, mientras que en otros esta prohibida o incluso penalizada legalmente con multas, cárcel o, si se trata de practicas homosexuales, la muerte.
Muy a nuestro pesar, aunque nos creamos ciudadanos occidentales libres de sistemas religiosos represivos, cultural y socialmente avanzados, viviendo en sistemas democráticos con libertad sexual, no podemos evitar nuestros orígenes, nuestra propia historia como cultura, sociedad y familia.
Creencias, así como patrones de pensamiento y comportamiento, se han transmitido y mantenido de manera inconsciente de sistema en sistema, de generación en generación, cambiando tal vez mucho de forma, pero muy poco de fondo.
Subyacentes en los sistemas socio-culturales, estas creencias y patrones limitantes impregnan nuestro día a día e inevitablemente han sido absorbidos, en mayor o menor grado, desde la gestación, hasta que la bases de nuestra personalidad quedan asentadas durante la primera infancia.
Este echo se vuelve mas grave aún, para los colectivos discriminados socialmente y tradicionalmente rechazados como el homosexual. Quien han absorbido de manera inconsciente ese rechazo, integrándolo en la mente inconsciente y que en muchísimos casos generará serios conflictos en la vida sexual y afectiva.
Nuestra cultura, en general, no nos ha dado ninguna educación sexual, más allá de la anatómica, la reproductiva y la prevención de los riesgos sanitarios que puede conllevar una relación sexual. Nadie nos ha dado una educación libre de dogmas religiosos o culturales sobre cosas como la orientación sexual, y mucho menos, sobre la intimidad, el placer, la atracción sexual, el erotismo, las distintas practicas sexuales, etc.
¿Cuántos mitos y tabúes sobreviven aún hoy en día, acerca de la homosexualidad y los homosexuales? ¿En cuántas sociedades occidentales se insiste en la homosexualidad como una enfermedad o una disfunción, que puede ser curada o corregida? ¿Cuánta gente aún considera menos hombre a un homosexual por el simple echo de tener esa orientación? ¿Cuántas personas viven atormentadas por el echo de su orientación homosexual? ¿Cuántos de los que serán adultos en 10 ó 15 años, siguen usando la homosexualidad como insulto o discriminación negativa?
Como homosexuales, y siempre hablando en general, hemos crecido en un entorno familiar y/o social cuanto menos complicado, si no represivo o directamente hostil, hemos absorbido de nuestra cultura y entorno, creencias y patrones contrarios a nuestra propia naturaleza.
Todos, hemos enfrentado el reconocimiento de nuestra propia orientación sexual “incorrecta” y su encaje en nuestra vida, con mayor o menor dificultad y acierto.
Nos hemos tenido que enfrentar a los estereotipos, el tabú, la discriminación, la forma en que la situación socio-cultural en particular condiciona las relaciones homosexuales, los roles sexuales y un larguísimo etc, tratando siempre de vivir nuestra sexualidad y nuestra vida afectiva de la mejor manera posible.
Pero ¿cuántos de nosotros, hemos dedicado nuestro tiempo y esfuerzo a sanar nuestras heridas psico-emocionales?, ¿a liberar creencias y patrones limitadores y represivos? ¿a la autoaceptación? o ¿a conocer y explorar nuestra sexualidad para vivirla plenamente?
Como hombres, la gran mayoría y más allá de nuestra orientación sexual, nos enfrentamos a conflictos comunes como, el completo desconocimiento de nuestra sexualidad y el fuerte condicionamiento a la no expresión emocional, la vivencia de nuestra sexualidad de manera casi exclusivamente genital, el impulso biológico de la promiscuidad fecundativa que asegure la mayor diversidad genética, los conceptos tergiversados de masculinidad que la desproveen de sensibilidad, intuición, inocencia, vulnerabilidad, receptividad, flexibilidad…las inseguridades respecto a la forma y tamaño del miembro, la capacidad de satisfacer o a la propia capacidad sexual, las expectativas y exigencias con respecto a los roles genero y muchísimas otras.
Sólo en relación al orgasmo y por poner algunos ejemplos: ¿Cuántos hombres conocen la diferencia entre orgasmo y eyaculación? ¿Cuántos saben que existen orgasmos no eyaculatorios mucho más potentes y largos que el eyaculatorio? ¿Cuántos conocen sus puntos sagrados en la cavidad anal y han experimentado la multiorgasmia no eyaculatoria?, como el famoso “punto G” que muchas veces es confundido con la próstata. ¿Cuántos saben que poseen un orgasmo de garganta? ¿Cuántos conocen la existencia de orgasmos energéticos o la posibilidad de alcanzar estados de conciencia ampliada mediante el placer y la energía sexual?
Cuando uno se acerca al Tantra siendo homosexual y una vez sorteado la infinitud de centros eróticos y de pseudo-prostitución que utilizan este termino para definirse y venderse, rápidamente descubre, que lejos de lo que se podría pensar, las escuelas más conocidas y accesibles de Tantra Rojo, ( la “rama” del Tantra que practica sexo tántrico propiamente dicho), solo contemplan el sexo heterosexual, y la mayoría de “gurus” que podemos leer o escuchar, son incluso contrarios a la homosexualidad.
Corremos el riesgo si no seguimos buscando, de creer que la Sexualidad Sagrada es un territorio vetado para los homosexuales, quienes por una u otra razón, no podemos acceder a la experiencia de la energía sexual y su potencial evolutivo. Nada más lejos de la realidad.
Desde que el ser humano habita este planeta, la homosexualidad coexiste con las demás orientaciones sexuales y a lo largo de la historia, encontramos ejemplos de culturas donde la homosexualidad no solo ha sido aceptada, si no también ha gozado de privilegios sociales o incluso se le han otorgado “capacidades mágico-espirituales especiales”. Existió por ejemplo, en las culturas Nativas Norteamericanas, la figura del Verdaje, un hombre homosexual y “chamán”, que generalmente, vivía retirado de la tribu y que cumplía las funciones de sanador sexual, a la vez que era conocedor y practicante de la Sexualidad Sagrada.
Así, también dentro del vasto conocimiento tántrico, existen escuelas de Tantra Rojo, que no sólo aceptan el sexo homosexual, si no que poseen técnicas especificas entre hombres o entre mujeres.
Acceder a este conocimiento e integrarlo mediante la practica es sin duda alguna, una experiencia única e increíble para cualquier hombre, pero para los homosexuales, por todo lo ya comentado, resulta aún más poderosa si cabe.
Como homosexuales, la práctica tántrica nos permite reconocer aquellos aspectos de nosotros mismos que no están integrados armónicamente y nos impiden evolucionar. Nos permite reconocer y liberar todas las memorias psicoemocionales, sanar las heridas y transformar todas las creencias y patrones de pensamiento limitantes que obsatculizen nuestro crecimiento.
Nos abre el camino a la autoaceptación plena y la posibilidad de invertir el miedo y todas las emociones destructivas que derivan de él, en amor no condicionado.
El Tantra nos ofrece la posibilidad de un enfoque completamente distinto, donde lo sexual es sinónimo de sagrado.
Donde poder tomar plena conciencia de nuestra energía sexual, aprender a movilizarla, expandirla, dirigirla, potenciarla, donde desvincular la culpa y el placer, aprendiendo a generarlo, amplificarlo y expandirlo no solo por todo el cuerpo si no también en el tiempo, placer no como un objetivo en si mismo, si no como medio para alcanzar estados ampliados de conciencia, accediendo a la experiencia “mística” y su potencial sanador y evolutivo.
Nos enseña a encontrar y desarrollar la presencia y la consciencia, que hacen de la intimidad y la experiencia sexual algo pleno, profundo, sanador, intenso y poderoso.
La sexualidad desde el enfoque tántrico es un camino de autoreconocimiento, autocomprensión y autodesarrollo que abarca mucho más allá de lo sexual, abarcando de manera global, todos los aspectos del ser humano.
Comúnmente se asocia el tantra a conceptos que, como hombres, nos generan grandes conflictos, como la desaparición de la eyaculación en nuestra vida sexual, una practica sexual, lenta, suave, muy afectiva y tranquila, en la que el morbo, la pasión, la impulsividad, la intensidad y la parte más instintiva y animal de nuestra sexualidad quedan aniquilados y en la mayoría de ocasiones lo asociamos también a una vida sexual exclusiva de pareja monogámica heterosexual.
Si algo hace el Tantra sin duda es desafiar nos a ir más allá de nuestras propias limitaciones y adentrarnos el Gran Misterio.
Si eres hombre, y muy especialmente si tu orientación sexual es homosexual o bisexual, te invito a aceptar este desafío, a que profundices en este apasionado mundo de la Sexualidad Sagrada y mediante tu propia experiencia descubras por ti mismo cuan poco de verdadero hay en estas últimas asociaciones.
Escrito por David Alcalde, compañero de Espai Daya.
Esto es maravilloso, en cierta forma es como si me hubieran quitado un peso de encima, hay muchas cosas sobre la homosexualidad y la energía sexual que la humanidad no ha entendido y de la cual yo apenas sabía o tenía ideas vagas, creo que esta información es tan importante que podría cambiar para siempre a la humanidad pues es un autodescubrimiento en todos los niveles, estoy impresionado porque hay muy poca información sobre este tema en la red y creo que es necesario que los humanos sin importar nuestra condición o preferencia sexual aprendamos a conectar con otras personas a un nivel más profundo, creo que nos queda mucho por descubrir como especie en cuanto al tema del sexo. Cada vez tengo más claro que cualquier tipo de practica y conexión entre personas vá mas alla de lo fisico. Muchas gracias por iluminarme y concienciarme sobre el tema. ♥