El acto sexual tántrico es vivido de manera muy diferente al ordinario, el profano. En el tantra, no es el hombre el que ≪hace≫ el amor —más o menos bien— con la mujer, sino que dos repúblicas celulares, dos universos, se unen. El hombre y la mujer están conectados entre sí, los intercambios se hacen en todos los planos. Gozar es entonces un subproducto no esencial. En lugar de estar centrado en su placer egoísta, cada uno se abre al universo corporal del otro como al suyo propio. El orgasmo no se rechaza, pero no tiene importancia real, ni para Shakti, ni para Shiva. El maithuna tántrico, ritualizado, sacralizado, crea asi una relación muy diferente al contacto profano, gracias a esta actitud contemplativa del otro y del acontecimiento que constituye la unión.
Entre los occidentales, Alan Watts ha captado bien esta actitud alternativa. Traduzco los extractos siguientes de su Nature, Man and Woman (p. 165) en lugar de citar la edicion francesa, Amour et connais-sanee, que no corresponde al original:
≪Vivido en total apertura de espiritu y de sentidos, el amor sexual se convierte en una revelación. Mucho tiempo antes de que se produzca el orgasmo masculino, la pulsión sexual se convierte en lo que podría describirse, psicológicamente, como una cálida fusión de la pareja: él y ella parecen fundirse verdaderamente uno dentro del otro. […] Nada se hace para que las cosas se produzcan. Sólo hay un hombre y una mujer que exploran sus sensaciones espontáneas, sin idea preconcebida en cuanto a lo que debería pasar, pues la contemplación no concierne a lo que debería suceder sino a lo que es. En nuestro universo de relojes y de horarios, el único elemento técnico verdaderamente importante es tener tiempo. No se trata tanto de “tiempo de relojes” como de “duración psicológica”, es decir, una actitud donde se deja que las cosas se produzcan a su tiempo. Se trata de establecer una corriente de intercambios entre los sentidos y su objeto, sin prisa, sin ningún deseo de posesión. En nuestra cultura, donde falta esta actitud, el contacto es breve, el orgasmo femenino raro, el del hombre demasiado precoz, “forzado” por movimientos prematuros.
≫La relación contemplativa inmóvil prolonga los intercambios casi indefinidamente, frena el orgasmo masculino sin molestias, no obliga al hombre a apartar forzadamente su atencion del acto. Además, una vez habituado a este enfoque, se podrá ser muy activo, durante mucho tiempo, gratificando asi a la mujer con un maximo de estimulación.≫
Aunque esto no sea el tantra, donde este intercambio contemplativo es un simple preliminar, su mérito esencial es otorgar tiempo a la experiencia, lo que resulta indispensable para la participación total de cada célula. Implicar a cada fibra del cuerpo de cada uno de los miembros de la pareja lleva mas de cinco o diez minutos! Según el sexólogo Kinsey, el coito de la pareja norteamericana mecha dura menos de 10 minutos en el 74 % de los casos, y menos de 20 minutos en el 91 % de los casos. Más bien pobre para una fusión cósmica!. Es mejor en Europa? Me permito dudarlo.
Durante ese contacto prolongado, la relación sexual evoluciona en tres planos:
•el mental empírico, que participa en el juego y experimenta placer;
•el habitualmente inconsciente, de las profundidades del cuerpo, que toda experiencia lograda marca con un sello indeleble;
•el plano psíquico, donde la contemplacion establece una fusión íntima en las profundidades del inconsciente (manomaya kosha).
La diferencia? Para juzgarla, hay que comparar la unión tántrica con la unión profana, ese galope hacia el orgasmo obligatorio, hacia la eyaculación, espasmo reflejo sin interés tántrico. Que poco interesante resulta ese breve ≪estornudo de los riñones≫, comparado con la extática contemplación sacralizada, palabras que utilizo con reticencia porque hoy están teñidas de resabios místicos. Ahora bien, todo éxtasis místico es sexual, incluso los de santa Teresa de Ávila. Es significativo que, con mucha frecuencia, el místico describa su éxtasis en terminos eróticos, lo que es incongruente dentro de nuestro contexto cultural, obsesionado por la antinomia (ficticia) entre el sexo y el espíritu. Molestos, nos explican que ese lenguaje es simbólico. Sonrisa de entendimiento de los tántricos…
Sin embargo, algunas visiones místicas son verdaderamente simbólicas. Cuando santa Teresa dice: ≪Un angel de gran belleza, con su lanza de punta inflamada, me ha atravesado hasta el corazón≫, es innecesario llamar a Freud en nuestra ayuda para descifrarlo!
Reflexionando, es injusto dar por sentado que Alan Watts no es verdaderamente tántrico. Es relativamente cierto, porque excluye todo ritual tántrico, pero, tal cual, su enfoque es cósmico. Leamos este otro extracto de su misma obra: ≪Sin pretender dar reglas para el mas libre de todos los contactos humanos, vale mas abordarlos en un espiritu de no actuar.
Cuando la pareja se ha acercado lo suficiente como para que los sexos se toquen, basta con permanecer tranquilo, excluir toda prisa, a fin de que en el momento deseado la mujer absorba al hombre en ella sin ser activamente penetrada.
≫En este estadio, la simple espera aporta su mas bella recompensa. Cuando no se trata de provocar el orgasmo por medio de los movimientos del cuerpo, los centros sexuales imbricados se convierten en un canal de intercambios psíquicos muy ricos. Ni el hombre ni la mujer hacen nada para producir las cosas, se abandonan a todo lo que el proceso trae por sí mismo. La identificación con el otro se hace más intensa, pero todo sucede como si una nueva entidad emanara de la pareja, dotada de una vida propia. Esta vida —que uno podría llamar Tao— los eleva por encima de sí mismos y los lleva unidos en un flujo de vitalidad cósmica donde ya no funcionan el “tú” y el “yo”- . El hombre, que no hace nada para retener su clímax, puede conseguir este intercambio durante una hora o más. Mientras tanto, el orgasmo femenino puede producirse varias veces en respuesta a una estimulación activa mínima, lo cual depende de la receptividad de la mujer a la experiencia en tanto proceso que se apodera de ella. […] Cuando la experiencia estalla en toda su amplitud, explota en un haz de chispas que llega hasta las estrellas≫.
André Van Lysebeth.
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