Hoy mi corazoncito está dividido. Estaba hablando con una amiga para acudir a la manifestación de esta tarde y me he dado cuenta que coincide en horario con un evento de tantra para mujeres.
Entonces, he sentido mi división interna que tanto me caracteriza ya.
Por un lado, mi parte más humana, la que se enfada ante el abuso de algunos hombres, la que se siente herida cada vez que sabe de otra violación, de otro asesinato, de otra injusticia a la mujer, la que quiere compartir con sus hermanas, caminar juntas, bailar juntas y gritarle al mundo, juntas también, que no podrán pararnos, que ya somos muchas y estamos preparadas para el cambio, ¡que somos el cambio!
Y entonces, la otra parte de mi, tal vez mi parte más elevada, esa que aparece cuando estoy en silencio, la que no me juzga… esa, me invita a observarme, a ir hacia dentro, a darme cuenta de que el cambio no pasa por la lucha y la manifestación externa de un movimiento que, sin duda, ha de ser interno.
La revolución más profunda viene cuando mi propio masculino y mi propio femenino se abrazan, se respetan y se honran mutuamente.
Cuando el masculino y el femenino internos de cada una de nosotras y de cada uno de vosotros, hombres, no se encuentren en una lucha constante, en una supeditación de polaridades, en un juzgarse cada cosa, cuando tu masculino pueda estar presente y sostener a tu femenino y tu femenino pueda relajarse y abrirse a tu masculino, cuando entiendas que el equilibrio e igualdad de la realidad física que vives pasa por el equilibrio e igualdad de tus energías y psique internas, entonces podrás girar la flecha hacia ti misme y, como dijo Ghandi, ser el cambio que necesita el mundo.
Si intentas cambiar el mundo sin cambiarte a ti misme, y solo ves y juzgas y criticas lo que hacen los demás (independientemente del género), si no eres capaz, tu que quieres levantar los valores femeninos, de abrir el corazón y comprender al otrx, de amar al otrx, incluso cuando el otrx piensa, dice y hace lo contrario que tu, si no eres capaz de ver más allá de la máscara, si no eres capaz de sentir el dolor, el miedo, la inseguridad, la confusión, el no saber hacerlo de otra manera, la falta de ternura y amor del otro ser humano al que juzgas y gritas, si te vuelvas reactiva, agresiva, y actúas desde el mismo lugar, desde el miedo, la inseguridad, la confusión y el dolor. Si solo sientes rabia y enfado… Entonces estás actuando desde ese masculino que tanto juzgas y criticas. Si solo sientes rabia y enfado… Entonces, no puedes ensalzar el valor más elevado de ese femenino que tanto defiendes; la compasión.
Si no puedes sentir amor y compasión por el ser humano al que miras a los ojos y comprender su historia y su realidad, no estás cambiando nada.
Y no hablo de mirar a los ojos a violadores, abusadores y acosadores y amarles. No hablo tampoco de amor romántico ni de compasión cristiana que reduce el sentimiento más elevado a la pena. Hablo de mirar a los ojos a tu pareja, a tus padres, a tu compañero y a tu compañera de piso, casa, trabajo, a tu vecino, a tus amigos, y ser capaz de comprender su historia y entender que lo están haciendo como pueden con toda la carga emocional que su historia les permite hacer.
Cuando tu dejas de juzgarte y aprendes a amarte. Cuando dejas de juzgar a las personas que te rodean y aprendes a amarlas tal cuál son, sin querer cambiarlas. Entonces el femenino se equiparará al masculino. Porque no se trata de elevar el femenino y desterrar al masculino a la nada. ¡Necesitamos la energía masculina! para poner límites, para poner dirección en nuestro camino de vida, para pensar lógicamente cuándo lo necesitas, para concentrarte y enfocarte en una tarea…
En Tantra decimos que Shiva y Shakti no pueden existir el uno sin el otro. Son polaridades de un mismo continuum. El hombre no puede existir sin la mujer. La mujer no puede existir sin el hombre. La humanidad no puede existir si las polaridades se separan. Entonces surge la dualidad, o uno o lo otro. Y nuestra realidad es que cada vez estamos más separados, cada vez la escisión es mayor entre hombres y mujeres.
Los hombres no necesitan mujeres que les griten lo que tienen que hacer. Las mujeres no necesiten hombres que las salven de sí mismas, ni de nada. Ni somos brujas malvadas ni princesas en apuros, ni los hombres son monstruos abominables ni soldados valientes. Basta ya de cuentos.
Mi feminismo no es una lucha, es una celebración.. Mi feminismo no es un juicio y condena, es una aceptación y comprensión.
Mi feminismo no es un enfado con los hombres, es una profunda reverencia y gratitud.
Mi feminismo es permanecer con el corazón abierto, aceptando la magnificencia de la vida y la celebración de la existencia.
Con muchísimo Amor,
Verma.
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